Tuesday, August 30, 2016

Respuesta al artículo “Ecuador: el regreso del fracaso neoliberal”

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Según el autor del artículo, el Comunicado de Economistas Ecuatorianos para Enfrentar la Crisis utiliza verbos como “reducir” y “disminuir”, y eso es argumento inequívoco de que las propuestas son formuladas desde lo que el autor denomina como “Consenso de Washington” que, según él, significa: disciplina fiscal, liberalización comercial y financiera, y desregulación.

Es cierto que el Comunicado utiliza verbos como “reducir” y “disminuir”.  Sin embargo, es falso que se los utilice como el autor pretende presentarlo. Por ejemplo, en orden de prelación, el Comunicado sugiere reducir la incertidumbre, y el riesgo sistémico bancario antes de mencionar reducir la tasa del ISD, los impuestos al sector productivo, los aranceles a los insumos tecnológicos y materias primas, y las regulaciones excesivas del sistema financiero.

Es decir, la prioridad es reducir la incertidumbre que rodea la toma de decisiones del sector privado, que es el llamado a liderar la actividad económica bajo cualquier punto de vista de sostenibilidad.  Durante los últimos años, el sector privado ha vivido de la extracción máxima e inmediata de rentas provenientes del suministro de bienes y servicios al estado, en lugar de considerar actividades de largo plazo que no han sido alternativas viables por la incertidumbre.  El autor debería instruirse sobre las causas y los efectos de la denominada enfermedad holandesa que ha perjudicado el desempeño económico del Ecuador en los últimos ocho años.  Además, antes de hablar de reducir impuestos, los economistas del Comunicado hablan de reducir el riesgo sistémico bancario, pilar fundamental de una economía saludable.  También se puede notar claramente que no se habla de una reducción generalizada de impuestos, sino sólo de aquéllos que están dañando más severamente la productividad del sector privado.  Estimaciones econométricas indican que las pérdidas de producción por las salvaguardias son de alrededor de $200 millones al año.  El Comunicado tampoco habla de desregularizar indiscriminadamente, sino de reducir las regulaciones excesivas que durante este gobierno se han multiplicado en distintas esferas.

El Comunicado también sugiere disminuir, no eliminar, la rigidez del mercado laboral, sobre todo porque evidencia de la Gran Recesión indica que en el largo plazo la flexibilidad laboral conduce a menores tasas de desempleo.

Pero el autor pretende ocultar que también el Comunicado usó verbos como “incentivar”, “repensar”, “cambiar”, “fortalecer”, y “adoptar” para referirse a temas como inversión privada, modelo de desarrollo, dolarización, y estándares internacionales de medición de eficiencia de gestión pública.  

El autor menciona que Alan Greenspan “reconoció los errores del modelo que puso en jaque a la economía mundial en el 2008”.  Pero el autor oculta intencionada o inintencionadamente que Greenspan se refería únicamente a la (ex post evidente) falta de regulación de los mercados financieros, en particular de los mercados de la denominada banca sombra, no al “modelo” económico.

El autor también menciona que los países latinoamericanos aplicaron con mayor profundidad las medidas del “Consenso de Washington” y obtuvieron los peores resultados de crecimiento económico en comparación a Corea, Taiwán, Singapur y China.  Para esto se basa en un estudio de Eduardo Lora.  Pero ese estudio de ninguna forma establece que los países con mayores cambios estructurales en los noventas son los que menos crecieron.  Simplemente ofrece un índice de reformas estructurales. Casualmente, Bolivia fue uno de los que más profundamente llevaron a cabo reformas estructurales en ese entonces, y hoy es uno de los países que lideran el crecimiento de Latinoamérica.

Sin embargo, lo que llama más la atención de los argumentos que plantea este autor tiene que ver con la falta de rigurosidad lógica, no se diga académica, para llegar a la conclusión sobre el fracaso de lo que él equivocadamente denomina “neoliberalismo”.

En primer lugar, especular no puede ser parte de una discusión medianamente seria en economía.  Por ejemplo, una afirmación como esta no cuenta con asidero lógico alguno, más allá de la especulación:

“Si los chinos hubiera aplicado las terapias de choque que los neoliberales impusieron a la economía rusa luego de la caída del comunismo, hoy China se parecería a Rusia: dependiente de sus recursos naturales, y su riqueza entregada a la oligarquía.”

Y eso que China tiene una de las tasas de desigualdad de ingresos más alta del planeta.

Las especulaciones continúan cuando el autor pretende indicar, sin elementos de juicio lógicos o académicos, que el modelo de sustitución de importaciones “generó resultados económicos y sociales superiores a los arrojados por el periodo del Consenso de Washington.”  Para llegar a una conclusión de esta naturaleza el autor debe estar consciente que se necesita mucho más que un gráfico y unas cifras.  Se necesita controlar todos los otros factores que inciden en el crecimiento económico para determinar las causas del crecimiento en una situación u otra.  Eso se estudia en economía.

Estoy de acuerdo en que se necesita un modelo que sea consistente con las realidades del Ecuador.  Nuestro país es el único en el mundo que es petrolero y está dolarizado.  Es único también por una infinidad de otras razones, como su ubicación geográfica privilegiada.  Sin embargo, eso no significa que se va a diseñar un set de políticas económicas exclusivas para Ecuador en el sentido de adoptar políticas que ha sido probado que no funcionan en el mundo contemporáneo.  Sobre todo, lo importante es que las políticas que se sugieran tengan asidero académico desde el punto de vista económico, y no sean fundamentadas desde el dogma, como ha sucedido en los últimos ocho años.  Que esa “tercera vía” que sugiere el autor sea académicamente fundamentada.  Más allá de las etiquetas, los prejuicios, y los estereotipos, lo que se necesita es un debate serio que deje de lado las pasiones y la falta de rigurosidad a la que la toma de decisiones de política económica ha estado sujeta en estos últimos años. 

Actualización 9/2/2106: Nicholas Gachet me pasó este paper titulado "IS THE WASHINGTON CONSENSUS DEAD? GROWTH, OPENNESS,AND THE GREAT LIBERALIZATION, 1970S–2000S" de Antoni Estevadeordal y Alan M. Taylor, publicado en RESTAT en 2013. El abstract indica que (el resaltado es mío):
According  to  the  Washington  Consensus,  developing  countries’ growth would benefit from reductions in barriers to trade.  However, the empirical basis for judging trade reforms is weak. Econometrics are mostly ad  hoc,  results  are  typically  not  judged  against  models,  policies are poorly measured, and most studies are based on pre-1990 experience.  We address these concerns by employing a model with capital and intermediate   goods,   compiling   new   disaggregated   tariff   measures,   and employing treatment and control regression analysis with differences-in-differences.  We  find  that  a  specific  treatment,  liberalizing  tariffs  on imported capital and intermediate goods, led to faster growth, consistent with the model.

Estos resultados son de cierta forma conocidos.  No existe un análisis bien realizado en términos de controles que haya podido demostrar la causa del mal rendimiento de los países de Latinoamérica en los 80s.

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